Hch 14,21b-27: Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe
Sal 144: Bendeciré Tu Nombre eternamente, Dios mío, el único Rey
Ap 21,1-5a: Vi un cielo nuevo y una tierra nueva
Jn 13,31-33ª.34-35: Amaos unos a otros como yo os he amado…
La 1ª lectura, habla del primer viaje de Bernabé y Pablo para fundar la Iglesia en Asia Menor.
Después, les exhortan a “perseverar en la fe” en medio de tribulaciones. La segunda, relata una visión del cielo: “he visto un cielo nuevo y una tierra nueva”, donde “ya no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor”. El Evangelio presenta el mandamiento del amor en un contexto de despedida. El amor será el sacramento de la presencia de Jesús entre los suyos. El amor será el distintivo más sobresaliente del discípulo de Jesús. Por eso el mandato: “amaos los unos a los otros como yo os he amado”.
El que ama, persevera en la fe; el que ama, no se desespera; el que ama, permanece en el Amor. Primero: para perseverar en la fe, hay que rezar el rosario con todo el corazón (fidelina), leer libros que te ayudan a ser mejor persona, aprender de aquel campesino que fue a Santa Cruz, donde contrajo malaria. Pero muchas personas se preocuparon de él, y se curó. Luego dijo: ¿ahora qué debo hacer? Una señora le contestó: “lo que han hecho por ti, haz tú por los demás”. Hay que aprender a restituir lo que hemos recibido.
Segundo: para no caer en la desesperación, observa al gusanito soñador que quiso llega a la cima. Se burlaron de él, le dijeron que estaba loco. Un día se puso estático, convertido en una oruga. Un día le nacieron las alas, y se convirtió en una hermosa mariposa. Y pudo llega a la cima.
Tercero: para permanecer en el amor, ¡ame más! y verá. Un hombre fue donde un sabio para decirle que ya no quería a su esposa. Él le dijo: “ámela”. El amor no es cuestión de sentimiento, es cuestión de decisión. Otra historia cuenta que un hombre cuidaba su jardín. Pero crecían muchos dientes de león. Entonces, no sabiendo qué hacer, fue a consultar al especialista. Éste le dijo: “ámela”. Amar es cuestión de decisión, no de sentimiento. El que ama, persevera en la fe; el que ama, no se desespera; el que ama, permanece en el amor. Deja de quejarte, ¡ame más! Y tu vida cambiará. Sé como esa voluntaria, que dijo: “lo hago por amor”.
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