Is 50,4-7: Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban
Sal 21: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Flp 2,6-11: Tomó la condición de esclavo… y le concedió el nombre sobre todo nombre
Lc 22,7.14-23,56: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen
La liturgia de hoy tiene un carácter bipolar: por un lado se celebra la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén y, por otro, hemos escuchado el trágico relato de la pasión del Señor. En realidad, todas nuestras eucaristías significan el triunfo y el dolor, la muerte y resurrección de Jesús.
Nuestra vida también tiene un carácter bipolar: ni sólo sufrimiento, ni solo alegría, sino una mezcla de ambos. Que nuestra vida, entre dolores y gozos, esté bajo la luz de Cristo. Que nuestras alegrías tengan un trasfondo cristiano (sobriedad) y nuestros dolores tengan sentido redentor (Sta. Teresita).
En estos días santos hemos de transformar en perlas preciosas nuestras heridas. ¿Qué es una perla? Es una infección cicatrizada. Es decir, un molusco produce una perla.
Así también nos enseña el Señor: a la multitud: “bájate de ahí…”, Jesús contesta: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”; a otros: “sálvate a ti mismo y sálvanos a nosotros”, Jesús responde “con el silencio”; al buen ladrón: “Señor, acuérdate…”, Jesús le dice: “te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. ¡Qué perlas tan preciosas! ¿Qué produces tú cuando te hieren? Odio, ira, deseo de venganza: ¡éste me va a conocer! Hay que producir perlas: de amor, perdón, misericordia, servicio, sólo así cumpliremos la voluntad de Dios, igual que Jesús.
Autor: Fr. 8io, ofm.
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